Ilustración Ganadora Segundo Premio en el Concurso #BradburyIlustrado organizado por @adarenovada y auspiciado por @pizzini_argentina, @wacom_argentina, @albaartistica; en elmarco del homenaje al re-lanzamiento de la #RevistaSacapuntas inspirada en la Novela publicada en 1957 de Ray Bradbury: "El vino del estío"
“El aire olía a lluvia, pero no había nubes. De pronto un hombre cualquiera podía reír en los bosques, pero reinaba el silencio. El pueblo, luego, más tarde... Y otra cosecha. El abuelo de pie en el amplio porche, como un capitán que otea la calma vasta e inmóvil de una estación muerta. Interrogaba el viento, y el cielo inalcanzable, y el césped desde donde Douglas y Tom lo interrogaban a él. — Abuelo, ¿están listas? ¿Ya? El abuelo se pellizcó la barbilla. — Quinientas, mil, dos mil, por lo menos. Sí, sí, una provisión excelente, recójanlas con rapidez, recójanlas todas. ¡Diez centavos por cada saco llevado a la prensa! ¡Oh! Los muchachos se inclinaron, sonriendo. Recogieron las flores doradas. Las flores que inundaban el mundo, llevaban el campo a las calles de ladrillos, llamaban suavemente a las ventanas de los sótanos, y se movían difundiendo el resplandor y el centelleo del sol fundido. — Todos los años -dijo el abuelo-, crecen a tontas y a locas; las dejo. Orgullosas como leones en un corral, míralas, y te harán un agujero en la retina. Una flor común, una maleza que nadie ve, sí. Pero para nosotros algo noble, el diente de león. Así, cuidadosamente cortados, en sacos, llevaron abajo los dientes de león".
Second Prize Winning Illustration in the #BradburyIlustrado Contest organized by @adarenovada and sponsored by @pizzini_argentina, @wacom_argentina, @albaartistica; in the framework of the tribute to the re-launch of the #RevistaSacapuntas inspired by the Novel published in 1957 by Ray Bradbury: "El vino del estío"
“The air smelled like rain, but there were no clouds. Suddenly any man could laugh in the woods, but there was silence. The town, then later ... And another harvest. Grandpa standing on the wide porch, like a captain looking out over the vast, motionless calm of a dead station. He was questioning the wind, and the unreachable sky, and the grass from which Douglas and Tom were questioning him. - Grandpa, are you ready? Already? Grandpa pinched his chin. - Five hundred, a thousand, two thousand, at least. Yes, yes, an excellent supply, collect them quickly, collect them all. Ten cents for every sack brought to the press! Oh! The boys leaned in, smiling. They picked up the golden flowers. The flowers that flooded the world, brought the countryside to the brick streets, softly knocked on cellar windows, and moved diffusing the glow and sparkle of the molten sun. “Every year,” said Grandpa, “they grow up foolishly and madly; I leave them. Proud as lions in a pen, look at them, and they will put a hole in your retina. A common flower, a weed that nobody sees, yes. But for us something noble, the dandelion. Thus, carefully cut, in sacks, they brought down the dandelions. "